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La intensidad de un incidente traumático varía con cada persona. Un trauma de los años infantiles puede expresarse, por ejemplo, como un miedo insoportable al abandono o al maltrato físico. Muchos adultos se ven obligados a lidiar toda su vida con el trauma que sufrieron de niños.

 

Este artículo es para quien haya tenido que enfrentar algo traumático en la niñez. A veces, ocultamos las cosas porque es más fácil que enfrentarlas. Lo hacemos inconscientemente para protegernos en ese momento, pero es importante abordar estos problemas para librarnos de la carga que representan.

 

1. Ataques recurrentes de pánico
Quienes han tenido que enfrentar un trauma a comienzos de la vida sufren ansiedad a medida que pasan los años. Les cuesta trabajo procesar muchas cosas al mismo tiempo. Aquello que sufrieron de niños sigue ejerciendo un influjo en ellos y los vuelve aprensivos. Se andan siempre con tientos porque todo el mundo les parece amenazante. Por eso entran en pánico aunque sepan que no hay una causa real para atemorizarse en la situación en que se encuentran. Tienen que pasar por esos ataques cada vez que topan con un estresor, incluso el más insignificante.

 

2. Dejar pasar
Toda experiencia traumática de la infancia tiene el potencial de alterar completamente el resto de la vida. Una persona se vuelve ansiosa porque quiere asegurarse de que nunca volverá a encontrarse en una situación parecida. Entonces, se vuelve muy cauta y poco proclive a correr riesgos, aun si sabe que algunos son importantes. Le gusta estar cómoda, incluso si es a costa de privarse de desenvolver todo su potencial. Se contenta con hacer lo necesario para irla llevando, pero no se esfuerza por ser la mejor persona que pueda ser.

 

3. Dejarse abrumar por el miedo
Un trauma lastima de cientos de maneras diferentes, y algunas no se advierten sino después de muchos años. Parte de esta experiencia son las fobias que se adquieren a ciertas cosas, porque la mente las asocia con el dolor del trauma. Puede ser, por ejemplo, el miedo a cierto tipo de alcohol o bien un temor intenso a viajar en un vehículo cerrado. Es importante vencer este miedo antes de que controle todos los aspectos de la vida. Nunca se sabe cuando va a aparecer un estímulo que lo incite, así que lo mejor es resolver el problema, para alcanzar la certidumbre de que ya no tiene el poder de lastimar.

 

4. Recluirse
Para una persona que ha tenido que pasar por demasiado, a veces lo más fácil es retraerse de la compasión, la simpatía, la culpa y las otras emociones que proyectan los demás, incluso si no son personas cercanas. El adulto que ha pasado por un trauma podría odiar las miradas de conmiseración o podría temer que lo juzguen con dureza. Cuando una persona trata con otras únicamente si es indispensable, se oculta de las miradas entrometidas de los demás. Se trata de un desorden de ansiedad social y siempre es posible buscar ayuda para enfrentarlo.

 

5. Volverse pasivo agresivo
Es más fácil darle la vuelta a los problemas que enfrentar directamente sus causas. Cuando una persona tiene mucho miedo de encarar los problemas, dedica un tiempo excesivo a reprimir la ira y el resentimiento que se alojan en su interior. Algunas veces lo consigue, pero en otras, esos sentimientos se cuelan al exterior. Esta persona no está lista para una confrontación directa, pero empieza a acercarse con una conducta pasiva agresiva, pues quiere ser discreta y, sin embargo, comunicar lo que tiene que decir. Quizá piensa que así evita la negatividad, pero se miente.

 

6. Tensión constante
Es probable que aquella experiencia traumática haya terminado hace mucho tiempo, pero hay personas a las que les cuesta superarla. Saben a la perfección que las circunstancias cambiaron, pero se alistan, aun inconscientemente, por si vuelven los problemas. Su cerebro se quedó fijo en el instinto de huir o luchar, y esto produce grandes conflictos internos. Se encuentran en un estado constante de tensión que les impide vivir como deberían. Nunca se despreocupan de nada. Este comportamiento se observa en los sobrevivientes de maltrato físico, pero también en quienes han tenido quebrantos por exceso de estrés.

 

7. Victimizarse
Es lo que ocurre cuando la víctima de algún trauma se acostumbra a representar su papel. La han tratado como víctima desamparada tanto tiempo y tantas personas, que acaba por creerlo. Pero cuando pasa la atención que le prestan, se queda sola y con la sensación de que flota a la deriva en la existencia. Y para enfrentarlo, repite el papel de víctima. Es más seguro obedecer órdenes que darlas, así que obedece, incluso si no está de acuerdo. Así se siente mucho más segura.

 

 

Por Mykh Goldstein en TBS News Online

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