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Soy una persona suicida. He intentado acabar con mi vida en u par de ocasiones y sobreviví. También perdí a mi madre, mi padre, mi abuela paterna, mi ex-marido y algunos amigos, todos por suicidio.

Tratar con múltiples pérdidas me ha hecho vivir en un constante estado de temor de ser un imán para la muerte, el cual creo es una respuesta natural en muchas maneras. A pesar de esto, cuando perdí a mi madre en 2008, decidí canalizar mi luto haciendo algo productivo en un centro de salud mental y convertirme en defensora de personas que sufrieran de enfermedades mentales y adicciones. Quería prevenir el suicidio y hacer de conocimiento público las dificultades en torno a una depresión.

Lo que me hizo cambiar profundamente no fue provocado por todas las muertes, sino por las palabras de un psiquiatra cuando le dije que mi madre se había quitado la vida.

 Él dijo: “¡Es lo más egoísta que pudo haber hecho!”.

Inmediatamente terminé la sesión y me fui, mientras pensaba que este psiquiatra con 25 años de carrera profesional, no tenía la menor idea de lo que habla. Desde ese momento supe que haría todo lo que estuviera en mis manos para cambiar el estigma que rodea al suicidio y a las enfermedades mentales.

El suicidio y el egoísmo siempre han estado relacionados; es casi como si pensáramos que pudiéramos hacer que las personas se quedarán solo por decirles que el suicidio es egoísta. Como si por juzgarlos de esa forma, haciéndoles saber lo vergonzoso de tomar esa decisión, decidieran no acabar con su vida; o si les decimos que van a terminar en el infierno, tampoco lo harán. La realidad es que la gente sigue sufriendo y continúa acabando con su vida. Estoy aquí para cambiar el lenguaje. Estoy aquí para decir que el suicidio no es egoísta, que es una respuesta al dolor.

Una persona que muere por suicidio típicamente no está pensando en cómo pueden ser egoístas; ellos piensan en cómo acabar con el dolor por el que atraviesan, y la mayoría del tiempo perciben que solamente están causando dolor a los que están a su alrededor. También quieren terminar con eso. Esos no son pensamientos egoístas.

Normalmente las personas buscan culpar a los que lo han logrado (o intentado) porque es más fácil hacer eso que sobrellevar la pena de un ser querido que ya no está. Es más fácil estar enojado y encontrar culpa en ellos, que aceptar que estaban sufrían de una enfermedad. Las personas con una enfermedad mental que han pedido esperanza sufren una mayor probabilidad de suicidarse. Se están muriendo por dentro. Están enfermos. Lo último que quieren escuchar es que les digan que son unos egoístas por la manera en que se sienten. Aquellos que nos han dejado pudieron hacerlo porque no sentían que tenían otra salida. No sabían cómo sobrevivir un día más. No son egoístas.

Yo no era egoísta por estar horrorizada por el dolor que sentía que nunca acabaría. Había perdido toda la esperanza. No era egoísta por no entender que estaba mal conmigo. Mi madre y mi padre no era egoístas por perder sus batallas contra la adicción y quitarse la vida por no entender que estaba mal con ellos (enfermedad mental no tratada por cuatro décadas).

Yo sobreviví y pedí ayuda. Muchas otras personas lo hacen, y me dan esperanza. Tú, la persona leyendo esto, por favor recuerda que hay esperanza. Siempre hay ayuda disponible para ti o alguien a quien quieres y sabes que lo necesita.

Sé que mis declaraciones son muy controversiales, y algunos, probablemente querrán discutir y argumentar el porqué creen que el suicidio puede interpretarse como un acto lleno de egoísmo. Por favor, déjenme dejar algo claro -yo no estoy abogando para que las personas terminen con su vida a través del suicidio, yo estoy abogando para que la gente entienda que el suicidio no es un acto egoísta cuando se trata de alguien que tiene una enfermedad mental de tal magnitud.

Quiero empezar una conversación sobre cómo prevenir el suicidio, cómo ayudar a las personas a encontrar esperanzas en cualquier momento, cómo encontrar el tratamiento necesario cuando los pensamientos suicidas permean la mente de alguien.

Podemos terminar con el estigma del suicidio, abriendo una conversación para hablar de ello, en vez de silenciar a las personas a través de tales prejuicios.

vía The Mighty

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