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Hace unos meses tuvimos un ejemplo excelente de qué NO hacer si alguien tiene ideas suicidas o a decidido quitarse la vida, cuando en la revista xoJane se publicó un artículo titulado “Fue una fortuna que muriera mi examiga”.

Creo que es especialmente importante hablar de qué puede hacerse para ayudar a un suicida en potencia. Mi postura viene de mi experiencia personal con las tendencias suicidas (aunque por suerte, hace mucho tiempo que dejé de pensar seriamente en matarme), pero también de mi experiencia como asesora telefónica de un número de ayuda para casos de crisis e intento de suicidio. Como casi todos, he sufrido el suicidio de seres queridos.

 

  1. Hacerse presente

A mi hijo pequeño le gusta mucho Plaza Sésamo. Una de mis partes favoritas es Súper Archibaldo. Le pregunté si sabía cuál es el superpoder de Súper Archibaldo. “Se aparece.” Aparecerse en persona o virtualmente puede marcar una enorme diferencia para una persona. Aunque se valora poco, hacerse presente es muy importante. Muchas personas con las que hablo en el teléfono de ayuda para suicidas se sienten aisladas y como si no tuvieran a nadie. Me sorprende la diferencia que puede ser que las escuche diez minutos y trate de empatizar con ellas. A veces no digo mucho más que “ajá” y otras expresiones mínimas para alentarlas y mostrar que las escucho. Y si es de utilidad hablar por teléfono con una desconocida que prácticamente no dice nada, imaginemos cuánto ayuda un amigo cercano que se acerque en persona. Hasta un mensaje de correo electrónico o en Facebook puede marcar una gran diferencia.

 

  1. Hablar de lo que pasa

Uno de los aspectos notables de trabajar en un teléfono de ayuda para suicidas es la facilidad con que se les puede preguntar si tienen ganas de matarse. Hablar sobre el suicidio no les “mete ideas en la cabeza” ni ninguna otra tontería. Preguntarle a alguien si podría matarse le hace saber que está abierta la posibilidad de hablar acerca de sus sentimientos suicidas y que no tiene que esconder lo que siente. Es frecuente que los suicidas en potencia se contengan de hablar del tema con sus amigos, por miedo de impresionarlos o de hacer que se alejen. Siempre es posible preguntarle a alguien si piensa en suicidarse. Si no lo piensa, eso contestará y pueden entonces pasar a conversar o a llorar por lo que le pasa. Es una pregunta difícil de formular, y hay que decir “matarte” en lugar de “hacerte daño”, para que no haya confusiones; pero puede marcar una gran diferencia, porque esa persona a la que quieres sabe que puede acudir a ti y hablar de cosas que a veces le parecen inexpresables.

 

  1. Conseguir la ayuda conveniente

No es ningún secreto que en muchas partes del mundo los sistemas de salud mental son terribles. Conforme aumentan los costos de los seguros médicos, ya debería haber mejores opciones, pero todavía es dificilísimo encontrar buenos profesionistas que atiendan problemas de salud mental. Muchas personas que se sometieron a terapia y tuvieron malas experiencias ahora se sienten reacias a buscar ayuda en ese campo. Creo que es importante recordar que la terapia es como las citas: hay que encontrar al terapeuta correcto y a veces es necesario esforzarse por congeniar.

Las medicinas también se tardan en empezar a hacer efecto. No hay pastillas mágicas, pero muchas personas han salvado la vida gracias a los medicamentos psiquiátricos adecuados.

Al final, una persona tomará las decisiones que quiera acerca de su tratamiento, pero un amigo puede facilitarle la búsqueda de atención. Por ejemplo, para quienes sufren depresión profunda muchas veces es difícil hacer cualquier cosa, ya no hablemos del papeleo del seguro médico o de las llamadas telefónicas tentativas para sacar la primera cita con el terapeuta o el psiquiatra. Si la persona acepta, tú puedes asumir esta tarea y la parte logística, que quizá es demasiado pesada para ella. Incluso puedes acompañarla a su cita. Todo lo que le facilite el acceso a la atención médica hará más probable que la solicite.

 

  1. Conseguir apoyo

Estar cerca de alguien que sufre una crisis de salud mental también puede ser traumático. Tienes que buscar apoyo para ti, de modo que reúnas la resistencia, la compasión y la paciencia que se necesitan para estar muy presente. Espero que sea obvio decirlo: acude con alguien que no esté tan cerca de la persona para que proceses tus sentimientos. El suicida en potencia no quiere saber que su crisis de salud mental te está estresando (aunque está bien si hablas de la tristeza que te causa que se sienta mal, de cuánto lo valoras, etcétera). En particular con un amigo que tiene muchas crisis de salud mental, te conviene tener dónde airearlo y procesarlo, para que estés entero y sin resentimientos ni hostilidad. El consultorio de tu propio terapeuta es un buen lugar para este fin, pero también amigos que tengas y que no estén tan próximos de la persona que tiene la crisis.

Una advertencia importante: antes de hablar de suicidio, verifica si está bien. Somos tantos con una historia propia, que para algunos puede ser un desencadenante.

 

  1. Plan de seguridad

Trazar un plan de seguridad sirve para mantener a buen resguardo al suicida; por ejemplo, cuando al preguntarle a alguien si piensa en matarse contesta que sí, hay que preguntar si tiene un plan, y si lo tiene, hay que preguntar en qué consiste. Repitamos que todo esto es difícil de decir para quien no está acostumbrado, pero recuerda que no dices nada que el suicida no haya pensado ya.

Entonces, si alguien dice que tiene planeado tomar una sobredosis de pastillas, pregúntale si te puede dar las pastillas o si se pueden deshacer de ellas. Intenta lo que puedas para que el suicidio sea más difícil que seguir con vida. Otros planes de seguridad consisten en idear actividades que le sirvan a la persona para enfrentar su estado; por ejemplo, muchos se sienten mejor si llevan un diario. Cuando estamos en lo peor de una crisis de salud mental, suele pasar que se nos olvidan los recursos simples que empleamos comúnmente. Ayudar a alguien para que piense en lo que le ha servido en otras ocasiones en que se ha sentido mal puede ayudarle a superar los pensamientos suicidas.

 

  1. Pedir ayuda de urgencia

Es muy complicado escribir sobre esta parte, porque para la mayoría de las personas, la idea de pedir ayuda en una urgencia es marcar el 911, lo que por lo regular implica que llegue la policía y que exacerbe el traumatismo. Sobre todo con los negros, los indocumentados y muchísimas personas marginadas, llamar a la policía incluso en una urgencia puede hacer más mal que bien. La policía se lleva a la persona a un hospital psiquiátrico o a una sala de urgencias. Las unidades hospitalarias varían enormemente, dependiendo de muchos factores. La experiencia de algunos es decente, pero la de otros es terrible. Si la persona en crisis ya ha ido a un hospital, conoce los riesgos y está dispuesta a someterse al tratamiento internada, esto es lo mejor para un suicida inminente. Lo ideal es que coopere para recibir una atención que hayan decidido entre los dos.

Los hospitales pueden ser buenos para estabilizar los medicamentos y evitar que alguien se mate, pero también pueden ser un caldo de cultivo de traumatismos, internamientos y tratamientos involuntarios, y otras situaciones que empeoran las cosas. Me gustaría tener respuestas fáciles para esta parte, pero el hecho es que no hay. A quien llama a un teléfono de ayuda para suicidio lo más probable es que le digan que llame al 911, porque le conceden la prioridad a impedir que alguien se mate, y (en mi opinión) no entienden que muchas veces la policía mata a los negros que están en una crisis de salud mental.

Por desgracia, no hay alternativas simples al 911. Una de las principales tareas de los servicios de urgencias y los hospitales es vigilar a la persona para que no se mate. Es un asunto muy complicado y lleno de sutilezas. En particular, exhorto a los blancos a que piensen en sus privilegios en lo que respecta a la policía, y si su amigo es negro, a que ponderen los costos y los beneficios de llamar a la policía. También hay que saber que los teléfonos de ayuda se comunicarán al 911 si les parece que alguien corre un peligro inminente o está en trance de matarse.

 

  1. Al final, conviene saber que no es tu decisión

La culpa es uno de los sentimientos más intensos que abrigan los seres amados de un suicida. Sienten que debieron hacer más o que pudieron haber hecho algo para evitarlo. El suicidio es el último recurso al que acude una persona cuando la vida es insoportable. Como sostén de un suicida potencial, podemos poner nuestro mayor esfuerzo para aligerar su carga, pero al final, no controlamos a nadie, salvo a nosotros mismos. Eso no significa que no debamos empeñarnos con todas nuestras fuerzas cuando tratamos de estar presentes, y ayudar y escuchar, sino que cuando no podemos salvar a alguien, la culpa es de su enfermedad, no una falla nuestra.

Es difícil hablar de suicidio como individuos y como sociedad. Si resultó algo bueno de este horrible asunto de la revista xoJane es que estamos hablando más de las enfermedades mentales y el suicidio. No es gran cosa lo que podemos hacer, pero, a veces, lo que podamos hacer es mucho.

 

 

Fuente:

7 Ways To Support Someone Who May Be Suicidal

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