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Nota del editor: El siguiente artículo podría ser perturbador para personas que tengan ideas suicidas o hayan perdido a alguien por suicidio.

 

Mi esposo murió por suicidio en 2015. Desde hace tres años soy viuda y sobreviviente de un suicidio.

 

¿Que si recuerdo aquel día? ¿Alguien llegó con la noticia de que se había matado, mientras nuestros hijos y yo jugábamos en el parque cercano? Sí. Sí, aún recuerdo ese día. Lo archivé en el fondo de mi mente, ¿pero qué pasa si lo saco? Lo veo a todo color. Escucho todos los ruidos de ese día. Huelo todos los olores. Siento todas las emociones. Y sí, todavía me revuelve el estómago, me agita el pecho y me duele el alma.

 

Dos años he sobrevivido.

 

¿Cómo es sobrevivir a un suicidio?

 

Es ocultarse en el sótano para llorar… no, tachen eso… para gemir y gritar a medianoche, para que salgan las emociones y no asustar a los niños.

 

Es sacar toda la ropa de mi difunto esposo, extenderla en el suelo y gritar.

 

Es manejar y oír de pronto en el radio una canción del día de la boda, y empezar a llorar tan descontroladamente que es preciso detenerse. Mientras, los niños dicen: “¿Mamá? ¿Qué te pasa, mamá?”.

 

Se siente que los minutos duran meses. Se siente que las horas duran años.

 

Siento que tengo la cabeza metida en el agua y que estoy atorada detrás de una pared de vidrio. Del otro lado, el mundo entero persiste y avanza como si nada hubiera pasado, mientras yo grito y golpeó el vidrio… “¡Alto! ¿No saben que murió? ¡Deténganse!”. Pero nadie me escucha.

 

Con el tiempo, el vidrio estalla y vuelvo a la vida.

 

Con el tiempo, la mente se aclara. Ya no estoy en el agua y la niebla se dispersa.

 

¿Qué se siente sobrevivir a un suicidio?

 

Se siente terror.

Se siente vergüenza.

Se siente soledad.

Se siente ira.

Siento que me dejó un día en la tienda y nunca volvió a recogerme.

Se siente como una disculpa que nunca recibiré. Me he tardado meses y meses en aceptarlo.

 

Me siento extraña porque sé cosas que los demás no saben. Sé que me casé, que me enamoré, que tuve una vida maravillosa, que tenía un esposo que la noche del martes se sentó a comer tacos y a hacer bromas con nuestro hijo de cuatro años. Y el jueves siguiente estaba muerto.

 

No sé cómo sea sobrevivir a otro traumatismo, pero sé que una muerte por suicidio es uno de los acontecimientos más traumáticos que puede soportar una familia. Sé que cuando murió mi esposo, sufrí mi propia depresión, ansiedad y síndrome de estrés postraumático.

 

Es posible sobrevivir al suicidio. ¿Cómo lo hice? Me arrastré para salir lentamente del polvoso hoyo en la tierra en el que pasaba mi duelo y usé cubetadas de amor propio. Grité en el sótano. Me senté sobre el lugar donde está enterrado mi esposo y discutí con él y le dije que tenía que haberse quedado. Acepté una disculpa que nunca recibiré y lo he oído decirme en sueños y en mis pensamientos que no hice nada malo y que no fue mi culpa.

 

Es duro sobrevivir a un suicidio.

Es doloroso sobrevivir a un suicidio.

Sobrevivir a un suicidio está lleno de emociones.

 

En algunos aspectos, sobrevivir a un suicidio es como sobrevivir a cualquier otra muerte de un ser amado. No es fácil, pero se aprende a manejar mejor el duelo día, tras día, tras día.

 

Lo que me quede de vida seré sobreviviente de un suicidio.

 

¿Qué significa ser sobreviviente de un suicidio?

 

Significa que alguien que amé se quitó la vida. Significa que cuando se quitó la vida, estuve pensando en matarme. Pero sobreviví y ahora prospero, vivo y vuelvo a sentir gozo y felicidad.

 

¿Todavía me duele? Sí. El tiempo no borra las heridas. La nueva felicidad no borra las heridas.

 

Llevo las heridas de mi corazón roto y todos los días tomo la decisión de salir y volver a vivir y cumplir mi propósito en la existencia. Escojo perdonar, aunque no acabo de entender por qué murió así. Escojo sentir compasión por mi amigo más fiel porque él hubiera hecho lo mismo por mí si nuestros papeles se hubiesen invertido.

 

Sobrevivir al suicidio tiene mucho de amor propio y compasión, de levantarse todos los días y decidir ponerse las botas y marchar de regreso a la vida.

 

 

Artículo traducido de: The Migthy

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